miércoles, 4 de marzo de 2015

El Ríos campeón es el “Tucu” “Tucu”



Una verdadera postal en vestuarios que minutos después se trasladó al cuadrilátero. Un técnico concentrado en el vendaje de su pupilo. Tarea fundamental que no se ve al hacerse en la intimidad. La tranquilidad de un campeón, seguro de cuál es el camino para seguir luciendo el cinturón, que alguna vez lo hizo grande a Carlos Monzón. Títulos argentinos muchas veces olvidados. Hoy, quizás, por la motivación del armado de las programaciones. Y porque además, así debe ser, volver a tener la importancia que se merecen.
Cristian “El Tucu” Ríos, lo gano por KOT7 el 29 de agosto pasado en la FAB ante el mismo rival, que en el camarín, estaba como él, ultimando los detalle para subir y recuperar la corona perdida.
Es decir, en el momento de meditar la planificación de la pelea. Ochenduzsca tenía claro que mucho no debía cambiar del planteo del combate del anterior. Sólo que en esta revancha la diferencia, debía estar, en trabajar desde el comienzo.
Sabiendo que el joven pegador pampeano, apodado “El terrible”, iba a salir a buscar el nocaut con su poderosa derecha, desde el inicio. La estrategia cambio, no especular hasta el quinto o sexto round. Meter la zurda por dentro lo antes posible y en el momento justo.
No siempre sale como se piensa, pero si lo que se piensa tiene los argumentos claros, solo hay que tener preparación física y ser preciso en la definición. Luego de dos rounds, en donde Martín Ríos había tomado la iniciativa del combate, tirando todos los golpes abiertos, que el tucumano con oficio logro obstaculizar, para salir en el tercer asalto a meter el zurdazo que le permitiera retornar a su Boulogne con la corona que esa misma mano le hizo ganar en la federación Argentina de Box.


Cristian Ríos fue obediente, Jorge Ochenduzsca inteligente. El abrazo final, de ambos fue el corolario de lo que comenzó con un excelente vendaje, en vestuarios. Buena lectura de la pelea y las convicciones para llevarse la foto final de Caseros, acompañado del grito de los compañeros del gimnasio de la zona norte, que le pusieron música en el Cedem como aquellos consagrados folkloristas cantándole “TucuTucu”.

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